Entomofagia
¿Costumbre, locura o nutrición al 100%?
Irma
Argentina García Vera
Estudiante de 6° semestre Lic.
en Gastronomía |
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Hablar de un menú a base de jumiles, chapulines y hormigas,
no deja de representar en nuestro entorno cultural, un rasgo ajeno,
propio de culturas exóticas. Para algunas personas, las preferencias
alimenticias que muestran los diversos pueblos, no son de índole
caprichoso o cuestión de prevenciones y restricciones mentales,
sino que se basan únicamente en balances de coste y beneficio;
y es así, como los insectos no escapan a esta interpretación.
Podemos decir entonces, que la entomofagia o costumbre de comer
insectos, posiblemente se produce inadvertidamente en los países
desarrollados, pero para muchas personas se trata de una decisión
consciente. Así pues, alrededor del mundo con frecuencia
se consumen insectos como las abejas, las orugas, las cigarras,
las moscas, los chapulines, los piojos e incluso los gusanos de
seda. De tal forma, que las termitas tostadas representan un agasajo
codiciado por muchos africanos; las chinches de agua gigantes al
vapor son estimadas en Laos (estado ubicado al sudeste asiático);
mientras que en Brasil, las hormigas son servidas en una salsa,
al igual que en Tailandia lo hacen con curry.
En Indonesia, los grillos se sazonan y se ponen al vapor envueltos
en hojas de plátano. Y no podíamos dejar de mencionar
a México, donde se degustan muchas especies de insectos,
entre ellos las chinches de la madera, que principalmente las disfrutan
tostadas.
Pero posiblemente, usted dirá que es una locura esta costumbre,
¡pues no! y como prueba comenzaré citando la Biblia.
En el Antiguo Testamento, en el Levítico, nos encontramos
con lo siguiente: "...podéis comer toda clase de brugos,
ofiómacos y langostas... podéis comer todas las criaturas
con alas que se arrastran sobre cuatro patas y además tienen
dos para saltar por la tierra..."
De igual importancia son las palabras de Aristóteles (filósofo
griego), quien alguna vez en su vida mencionó "...las
cigarras saben mejor en su fase de ninfas antes de la última
transformación... y entre los adultos, los mejores para comer
son los primeros machos, pero después de la cópula
con las hembras, que a la sazón se encuentran llenas de huevos
blancos..."
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Ahora
bien, ¿se ha preguntado alguna vez cómo es el
sabor de los insectos? En su fase cruda tienen un sabor agradable,
y no se diga ya cocinados, que son aún más deliciosos.
La receta es sencilla, pero sólo basta que usted tenga
una pequeña idea de cocina y entonces sabrá
cómo mejorarla, logrando así, grandes manjares
que la naturaleza nos ofrece como humanos. |
Y como claro ejemplo tenemos a las larvas de hormigas, que aún
siendo blancas, gordas y con cabeza “quitinosa” (es
decir, con un alto contenido en glucosa), al momento de quitar ésta,
se fríen en una sartén, sin usar grasa; observando
así, que las propias larvas desprenden en el calor un poco
de aceite. Y justo aquí es donde uno se pregunta: ¿qué
se logra con lo anterior?, ¡ah! pues un aroma que al ser desprendido
es apetitoso y al momento de ser cocinado, se pierde bastante el
aspecto a gusano. La apariencia final es como la carne de pollo,
o quizás como la del pulpo hervido. El sabor no es fácil
de describir, es un poco más intenso que el del pollo normal;
yo diría más bien como de pollo frito, pero no es
igual. Presenta una cierta tendencia de sabor a marisco.
Así es como llegamos hasta México, América
Central y Sudamérica, lugares donde tuvieron y aún
se sigue teniendo una tradición culinaria que abarca el uso
de un amplio rango de insectos. De tal forma, que en Ecuador se
cocina una especie de escarabajos pequeños llamados Cyclocephala
blanca junto con carne de cerdo y vegetales. Mientras que en
la región amazónica se consumen las larvas de grandes
escarabajos con largas antenas; conjuntamente, los habitantes de
esa zona, gustan de saborear las hormigas limón vivas y las
grandes hormigas se disfrutan aún más, si están
fritas.
En
México son muy populares las hormigas y los saltamontes.
Oaxaca es uno de los Estados donde se consume un mayor número
de insectos, como la avispa comestible, el gusano del madroño,
hormigas y varias especies de chapulines. Otros Estados con una
arraigada tradición en el consumo de insectos, son: Guerrero,
Morelos, Hidalgo y Chiapas. Dentro de la zona sur del país,
se comen las reinas de las hormigas Atta.
Pero es en Oaxaca, donde los jumiles (una clase de chinche olorosa),
es utilizada para preparar una salsa con sabor a menta y canela;
de igual manera, en esta región es habitual el consumo de
otros insectos llamados chapulines, una especie de saltamontes,
para los cuales sólo basta freírlos y comerlos con
sal y limón para poder disfrutarlos. Esta especie está
considerada como una delicadeza, ya que son consumidos en nuestro
país desde la época de los Aztecas. Así pues,
los saltamontes de patas rojas, son marinados en jugo de limón,
con sal y chiles, lo que nos da como resultado un plato delicioso
y muy picante; en otras ocasiones, suelen comérselos vivos,
secos o fritos, pero independientemente del estilo empleado para
su consumo, siempre serán un platillo básico para
los habitantes de estas regiones.
Por
el contrario, en la Ciudad de México, se sirven tortillas
con gusanos rojos y blancos procedentes del maguey. Y a su vez,
los indígenas del área central de México comen
grandes cantidades de huevos de insectos. Suelen ser los huevos
de una especie del insecto barquero que habita en las cañas
y plantas acuáticas de los lagos y sus orillas.
Con ellos confeccionan unos pastelillos que, según dicen,
son de sabor muy apetitoso y de un gran valor nutricio.
Y
es precisamente aquí en México, donde en la
actualidad están siendo intensamente investigados los
insectos como objeto de consumo alimenticio, ya que en el
futuro pueden ser una fuente importante de alimento para una
humanidad creciente, de la que una gran parte presenta desnutrición.
Para esto, ya se han estudiado 398 especies de insectos comestibles
dentro del país y aún existen otros muchos,
cuyo uso alimentario no ha sido contrastado. |
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Hay que recordar entonces, que diversas fuentes coinciden en afirmar,
que mientras la carne de ganado doméstico presenta entre
un 25 y un 50% de proteínas, en los insectos esta cifra asciende
hasta el 75% y se presentan en estado más digerible. Recordemos
también, que el aporte proteico diario para un adulto que
pesa aproximadamente 70 Kgs. se estima en unos 53 gramos a razón
de 0.75 grs. de proteína por kilogramo y peso corporal.
Efectivamente, el contenido en proteínas y calorías
de el harina y otros alimentos preparados, podría aumentarse
al doble mediante el agregado de insectos, sin sufrir cambio alguno
de sabor y mucho menos de apariencia.
En las zonas rurales de México, donde la población
infantil padece problemas de desnutrición, los insectos comestibles
pueden ser considerados como una alternativa alimenticia. En estudios
realizados a niños de una comunidad en Oaxaca, se comprobaron
las notables mejorías en la pigmentación de la piel
y en el cabello quebradizo, consecuencias de la avanzada desnutrición
que presentaban. Si bien, los insectos abren una oportunidad para
combatir a este gran problema como lo es la desnutrición,
en amplias regiones del planeta y no únicamente en nuestro
país.
Los insectos que se han incorporado a las recetas, son sólo
algunos de los incontables que se pueden probar como agregados a
nuestra dieta. Si nosotros como seres humanos, nos habituáramos
a este tipo de alimentos, nos encontraríamos ante un nuevo
abanico de posibilidades a la hora de comer. Podríamos salir
al campo y encontrarnos la mesa puesta, sin necesidad de llevarnos
comida de casa envuelta en papel de aluminio. Lo cierto es, que
si se extendiera la costumbre de comer insectos en todo el mundo,
bastantes problemas se reducirían.
El único límite, es la voluntad de dejar a un lado
los preconceptos culturales sobre el consumo de insectos. Abra usted
su mente y su boca y se sorprenderá de experimentar placer
al comerlos.
Gramo
a gramo, los insectos nos ofrecen una fuente importante de proteínas
para situaciones de supervivencia o simplemente, agregan nuevas
alternativas a nuestra dieta diaria.
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