El origen del maíz
Gabriela
Garduño Fandiño
8° Semestre Grupo 46
gfandio_1@hotmail.com
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Origen
del maíz
Maíz,
palabra de origen indio caribeño, significa literalmente
«lo que sustenta la vida». Botánicamente, el
maíz (Zea mays) pertenece a la familia de las gramíneas
y es una planta anual alta dotada de un amplio sistema radicular
fibroso.
Las
variedades cultivadas fundamentalmente para alimentación
comprenden el maíz dulce y el reventador, aunque también
se usan en buena medida el maíz dentado, el amilácea
o harinoso y el cristalino; este último también se
utiliza para pienso.
•
El maíz normal inmaturo en la panoja es objeto de gran consumo,
hervido o tostado.
• El maíz harinoso es un grano con endospermo blando
que se emplea mucho como alimento en México, Guatemala y
los países andinos.
•
El maíz de tipo dentado tiene un endospermo calloso y vitreo
a los lados y en la parte posterior del grano, en tanto que el núcleo
central es blando.
•
El maíz de tipo cristalino posee un endospermo grueso, duro
y vitreo, que encierra un centro pequeño, granuloso y amiláceo.
El
cultivo del maíz tuvo su origen, con toda probabilidad, en
América Central, especialmente en México, de donde
se difundió hacia el norte hasta el Canadá y hacia
el sur hasta la Argentina.
La
evidencia más antigua de la existencia del maíz, de
unos 7,000 años de antigüedad, ha sido encontrada por
arqueólogos en el valle de Tehuacán (México)
pero es posible que hubiese otros centros secundarios de origen
en América.
Este
cereal era un articulo esencial en las civilizaciones maya y azteca
y tuvo un importante papel en sus creencias religiosas, festividades
y nutrición; ambos pueblos incluso afirmaban que la carne
y la sangre estaban formadas por maíz.
La
supervivencia del maíz más antiguo y su difusión
se debió a los seres humanos, quienes recogieron las semillas
para posteriormente plantarlas.
El
desarrollo de la agricultura en Mesoamérica tardó
miles de años y fue un cambio gradual y casi imperceptible,
la elección por parte del recolector de determinados rasgos
deseables en cada especie, favoreció cambios genéticos
en las plantas. Con el tiempo muchas de ellas requirieron de cuidados
para poder prosperar, al grado de no poderse reproducir eficazmente
sin el concurso del hombre. De este modo el grano del maíz
sé adhirió mas firmemente al tallo; así podía
recogerse sin perder las semillas, pero era necesario desgranar
la mazorca a mano para poder sembrar. La calabaza silvestre, que
es pequeña, lisa y carece de pulpa se convirtió en
un enorme fruto cuya pulpa impedía la dispersión de
las semillas. El fríjol silvestre, cuya vaina se enrosca
para expulsar las semillas, se transformó en una vaina recta,
incapaz de abrirse sin ayuda humana.
Todas
las especies desarrollaron también semillas con cubiertas
más suaves y por lo tanto más blancas y fáciles
de digerir, que al mismo tiempo las volvían más vulnerables
a los insectos y la humedad. Las evidencias arqueológicas
conocidas hasta ahora sugieren que estos tres cultivos básicos
no tuvieron un origen común. La calabaza se cultivó
primero para ser utilizada quizá como recipiente, por sus
semillas, y después por su carne. El fríjol fue un
cultivo relativamente tardío en Mesoamérica, aunque
su domesticación data de épocas más tempranas
en Sudamérica.
Aunque
fechamientos más recientes indican que esto pudo ocurrir
casi dos mil años después, se considera que el maíz
comenzó a domesticarse hace seis o siete mil años
en algún lugar de las tierras de Mesoamérica, probablemente
la cuenca del río Balsas, donde se encuentra en abundancia
su ancestro silvestre, el teocinte o “grano divino”
en náhuatl. Las primeras mazorcas de maíz descubiertas
en Coxcatlán no eran mayores que el teocinte primitivo, pero
contaba con varias hileras de semillas dispuestas alrededor de un
olote muy rudimentario. Sin embargo, en los primeros tiempos se
preferían otros cultivos más asequibles en las tierras
altas, como la setaria o cola de zorro, un tipo de pasto común
en el valle de México, o bien el arroz silvestre, un pasto
del género Zizianopsis que medraba en las orillas
de las lagunas del Altiplano Central. Pero de mayor importancia
entonces era el huautli o amaranto, que fue la gramínea
más consumida hasta hace aproximadamente tres mil años.
Sin
embargo, al menos durante dos mil años, los productores agrícolas
comprendieron apenas una porción mínima de la dieta
de los primeros cultivadores. La gran mayoría de los alimentos
provenía de la cacería y la recolección de
plantas silvestres. Cuando aparecieron las primeras aldeas, las
plantas cultivadas formaban poco menos de la mitad de la dieta.
En las zonas costeras este patrón era aún menos marcado,
de hecho las primeras aldeas complejas surgieron en las costas de
Guatemala y Chiapas. Antes de que se adopten definitivamente los
tres cultivos básicos de la dieta Mesoaméricana, el
consumo de raíces y animales acuáticos siguió
siendo la base alimenticia en estos lugares hasta el siglo VI o
VII a. C., cuando estaba ya plenamente desarrollada la cultura Olmeca.
Calendario
y subsistencia
Las
grandes civilizaciones mesoamericanas no habrían surgido
sin la agricultura, y sin un sistema de medición del
tiempo que organizaba sus actividades cotidianas y rituales
de los pueblos mesoamericanos. El calendario determinaba los
momentos en que se cultivaba, se comerciaba o sé hacía
la guerra y también decía el destino de los
seres humanos.
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Para
los antiguos mexicanos, en el calendario no sólo figuraban
la cuenta de los días o el paso de las estaciones; también
se representaba el camino trazado en el cielo por los astros, caminos
que los dioses debían recorrer para poder manifestarse en
la tierra. Los nahuas llamaban al mes ilhuitl, palabra
que también podía significar “fiesta”
o “ llegada” y que designaba la aparición de
la deidad que había ser adorada en ese tiempo. Así,
cada dios tenía su tiempo y la vida en este mundo dependía
de que los dioses cumplieran su transcurso exactamente como lo establecía
el calendario. Había un tiempo para que Tláloc, el
dios de la lluvia, repartiera sus bendiciones sobre la superficie
de la tierra. Había otro tiempo para que Xipe Totec hiciera
reventar los campos, o Xilonen floreciera en la planta.
A
finales del siglo XV, tras el encuentro con el continente americano,
el grano fue introducido a Europa a través de España.
Se difundió entonces por los lugares de clima más
cálido del Mediterráneo y posteriormente a Europa
septentrional. Mangelsdorf y Reeves (1939) han hecho notar que el
maíz se cultiva en todas las regiones del mundo aptas para
actividades agrícolas y que se recoge en algún lugar
del planeta todos los meses del año. Crece desde los 58°
de latitud norte en el Canadá y Rusia hasta los 40° de
latitud sur en el hemisferio meridional. Se cultiva en regiones
por debajo del nivel del mar en la llanura del Caspio y a más
de 4,000 metros de altura en los Andes peruanos.
Pese
a la gran diversidad de sus formas, al parecer todos los tipos principales
de maíz conocidos hoy en día, clasificados como Zea
mays, eran cultivados ya por las poblaciones autóctonas cuando
se descubrió el continente americano. Por otro lado, los
indicios recogidos mediante estudios de botánica, genética
y citología apuntan a un antecesor común de todos
los tipos existentes de maíz. La mayoría de los investigadores
creen que este cereal se desarrolló a partir del teosinte,
Euchlaena mexicana Schrod, cultivo anual que posiblemente
sea el más cercano al maíz. Otros creen, en cambio,
que se originó a partir de un maíz silvestre, hoy
en día desaparecido. La tesis de la proximidad entre el teosinte
y el maíz se basa en que ambos tienen 10 cromosomas y son
homólogos o parcialmente homólogos.
Ha
habido introgresión (retrocruzamiento reiterado) entre el
teosinte y el maíz y sigue habiéndola hoy en día
en algunas zonas de México y Guatemala donde el teosinte
puede crecer en los cultivos de maíz. Galinat (1977) señala
que siguen siendo viables esencialmente dos de las diversas hipótesis
sobre el origen del maíz: la primera es que el teosinte actual
es el antecesor silvestre del maíz, y/o un tipo primitivo
de teosinte es el antecesor silvestre común del maíz
y del teosinte; la segunda es que una forma desaparecida de maíz
tunicado fue el antecesor del maíz, y el teosinte fue, en
cambio, una forma mutante de dicho grano tunicado.
En
cualquier caso, la mayoría de las variedades modernas
del maíz proceden de material obtenido en el sur de
los Estados Unidos, México y América Central
y del Sur. |
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Bibliografía
México a Través de los Siglos. Tomo I. Ed. Clio.
Enciclopedia Microsoft Encarta 99 a 1993 – 1998
Buenrostro, Marco y Barros, Cristina. La cocina Prehispánica
y Colonial. Ed. Conaculta.
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