¿Qué es la Tesis?
Introducción General
El presente trabajo tiene como propósito fundamental introducirnos
en la reflexión acerca del sentido de la tesis. No es un
trabajo que directamente se oriente al señalamiento y descripción
de las exigencias metodológicas que deben seguirse para la elaboración
de una tesis. Estas indicaciones las podemos encontrar en los manuales
de técnicas de investigación que aborden este tema. Su objetivo
primordial señalar el sentido, la importancia y la necesidad de
que la tesis descanse en un trabajo de auténtica investigación,
que es acreditada por la universidad. A la vez ésta se acredita
a sí misma al avalar responsablemente ante la sociedad una investigación
que cumple con los requisitos académicos.
La retribución que la universidad debe a la sociedad ha de manifestarse
a través de hombres pensantes, creativos, críticos y comprometidos
en el ejercicio que desempeñarán como sujetos de cambio social.
El tesista, en cualquiera de sus niveles, se presentará ante la
comunidad universitaria y ante la sociedad como un sujeto capaz
de responder académicamente con su trabajo en su campo laboral.
En el primer capítulo señalamos aspectos que consideramos fundamentales
e inherentes al trabajo de tesis. Y, al mismo tiempo, indicamos
algunos obstáculos que se afrontan en este proceso de investigación.
En el segundo capítulo, nos percatamos de cómo todo trabajo debe
estar sustentado en los valores morales que dan sentido a todo quehacer
humano, más allá de su caracterización técnica, práctica o académica.
Aquí radica la fundamentación de toda actividad humana.
En los capítulos tercero y cuarto nos abocamos al estudio de los
requisitos académicos institucionales y personales que se constituyen
en la plataforma para la obtención del título al que aspira el universitario.
El capítulo quinto se orienta al señalamiento y descripción de las
características del trabajo de tesis, en sus diversos niveles, desde
la licenciatura hasta el doctorado.
En el sexto, de manera muy breve, pero insistente, se hace hincapié
en el compromiso moral que tiene la universidad con la sociedad,
al entregarle sujetos comprometidos con su ejercicio académico y
profesional.
Finalmente, pretendemos que estas ideas se conviertan en el motivo
que nos posibilite como universitarios reconsiderar la tesis como
un auténtico trabajo académico de investigación donde el impulso
a este ejercicio se vea respaldado por el interés del conocimiento
y la búsqueda permanente de la verdad.
1. La Tesis y el Proceso de Formación Académica
La tesis y su importancia
La tesis constituye un trabajo académico, resultado de un proceso
de formación, que se inicia desde el ingreso del estudiante a la
universidad y se liga necesariamente a la investigación.
La persona que realiza una tesis, tiene la capacidad y de reflexionar
sobre los problemas no sólo inmediatos que se encuentran a su alrededor,
sino también sobre la relación que tienen éstos con los problemas
globales.
La importancia a realizar una tesis radica en que ofrece al egresado
universitario la oportunidad de efectuar una lectura de la realidad
que rompa con los parámetros de una sola visión, implicando el desafío
de reconocer la necesidad de desarrollar una respuesta ante una
situación problemática que lleva consigo el riesgo de equivocarse.
¿Pero qué se requiere para realizar una tesis? Esencialmente trabajo
intelectual: disciplina, lectura, escritura, sistematización de
ideas, razonamiento crítico y capacidad de abstracción.
Si bien todos estos aspectos son de suma importancia, resalta la
capacidad del razonamiento crítico que debe desarrollar el estudiante
durante su formación y que se debe manifestar cuando realiza una
tesis; con ello demuestra que tiene la capacidad para trascender
lo inmediato, haciendo uso de los saberes, teorías y experiencia
que hasta ese momento ha adquirido.
El proceso de formación que se lleva a cabo en la universidad debe
posibilitar que el estudiante desarrolle formas de pensar la realidad
desde otros ángulos, de manera tal que no quede atrapado en una
sola lógica de pensamiento. Ello se expresa en actos de conciencia
crítico-constructivos de nuevas realidades.
Dificultades para hacer una tesis
En todo proceso educativo formal, el estudiante tiene que incorporar
a su acervo cultural un contenido predeterminado, dependiendo de
la disciplina en que desea formarse. Pero, hay que reconocer que
el contenido constituye un recorte de la realidad que ha sido sistematizado
y ordenado previamente por la institución en términos de enseñanza,
sin que ello implique el conocimiento de toda la realidad.
Una seria dificultad que existe en los estudiantes es que su formación
académica se circunscribe generalmente al proceso de aprendizaje
que se lleva a cabo en las aulas, de ahí que difícilmente adquieran
la capacidad para enfrentarse a situaciones nuevas. Quien no tenga
la capacidad para analizar una nueva situación no podrá identificar
los problemas inéditos y desarrollar una estrategia para resolverlos.
Por este motivo la tesis implica ejercitarse en el proceso de investigación
desde el inicio de los estudios y exige ir mas allá de la reseña
de apuntes de lo que dice el profesor en la clase.
Otro de los problemas al que se enfrenta el estudiante se ubica
en la formación teórica, ya que se ha impuesto la demanda de un
saber hacer, favoreciendo a su vez la exigencia creciente de una
formación técnica, lo cual viene a constituir un obstáculo durante
la realización de la tesis cuando no se conocen mínimamente las
principales teorías de su campo disciplinar. Esto propicia que se
pierda de vista la importancia del marco de referencia disciplinario
y las formas de pensar contenidas en un conocimiento que constituyen
la base para la construcción de las conceptualizaciones de cada
campo disciplinario.
El saber teórico tiene como función el constituir una herramienta
que favorezca un pensamiento abstracto, rigurosamente especulativo,
esto es, una actitud intelectual que haga posible que el sujeto
comprenda críticamente y aprenda a interpretar y reconstruir su
realidad social y, por ende, a plantear problemas sociales en y
desde el ejercicio de sus prácticas.
Existe también otro problema: la mayoría de los estudiantes no cuenta
con disciplina, hábitos de estudio propios y actitudes críticas
ante los contenidos, por lo que durante su proceso de formación
y en la realización de su tesis se enfrentan con la gran dificultad
de organizar sus ideas y dar puntos de vista propios.
Las formas de apropiación de conocimiento, generalmente se ubican
en la repetición de contenidos, en donde se asumen explicaciones
ya dadas, lo que origina un pensamiento y una práctica de inercia
entre el estudiante y la realidad. Lo deseable sería la apropiación
de un conocimiento razonado, a partir de la constante interpretación,
comprensión y creatividad.
El circunscribirse a adoptar una postura pasiva en el aprendizaje,
se debe a no saber plantear preguntas y cuestionamientos sobre lo
que se está investigando, de ahí que se tienda generalmente hacia
la repetición de los textos.
Otra dificultad a la que se enfrenta el tesista es la falta de capacidad
de abstracción. Solo es posible desarrollar la abstracción del pensamiento
con base en la capacidad de razonamiento. A través de ella es posible
el abstraer del corpus de la teoría, ya no su contenido explicativo,
sino su lógica de razonamiento.
A fin de coadyuvar para resolver las dificultades antes señaladas,
consideramos que es importante el que a los estudiantes se les enseñe
a investigar desde el inicio de su formación, lo cual implica también
el aprender a trabajar dentro y fuera del aula, realizar visitas
en donde trabajan los investigadores, acudir a bibliotecas, seminarios,
eventos académicos, talleres, laboratorios y centros de investigación.
La investigación y la formación académica
La investigación constituye una de las tareas centrales de la universidad,
ya que es el espacio en donde se realiza el análisis crítico de
la producción, de la transmisión y de la utilización del conocimiento.
El quehacer prioritario de la universidad que se ubica en la investigación,
implica la necesidad de tener una concepción amplia de la enseñanza,
esto es, partir del análisis de las interrelaciones entre el conocimiento
y todos los aspectos de la sociedad y de la cultura. Pero también
implica pensar en una organización universitaria que considere que
el conocimiento no está separado de las formas de transmitirlo y
de las formas de utilización social, política y económica.
Si queremos que la universidad constituya un espacio para analizar
y dar respuestas a los nuevos problemas que enfrenta nuestro mundo
hoy en la ciencia, las humanidades y la tecnología, la investigación
es una tarea prioritaria.
Es importante tener presente que la investigación permite transitar
por las fronteras del saber, pues por un lado, demanda una formación
teórica y, por el otro se requiere también de experiencia en el
campo del conocimiento científico.
La formación académica también es influida por la prioridad dada
erróneamente a la función profesionalizante, otorgándole consecuentemente
mayor importancia a la enseñanza que a la investigación. Se requiere
superar el problema de que en la universidad se realicen esfuerzos
predominantemente para la labor docente.
Otro de los elementos centrales de la formación académica es el
aprender a pensar desde las teorías, pero sin quedar atrapados por
ellas, de ahí que durante la formación es necesario que los estudiantes
comprendan los conceptos centrales, las teorías y métodos asociados
con ellos, el que puedan plantear y resolver problemas. No es posible
seguir con una sola línea de pensamiento y de conocimientos. Se
requiere una apropiación consciente y crítica de la formación que
adquieren los estudiantes que posibilite el ejercicio del pensar
y el resolver los problemas de la realidad, usando la teoría y los
conocimientos adquiridos durante la formación.
A manera de síntesis general consideramos que es necesario que la
formación académica que desarrolla la universidad propicie la comprensión
e integración de conocimientos, el desarrollo de habilidades intelectuales
para aprender a pensar y ejercitar la creatividad.
Asimismo se debe tener presente que no sólo se requiere rigor analítico
para la realización de una tesis, sino también el aspecto ético
y social. No se puede ignorar que el conocimiento, como cualquier
actividad, tiene una dimensión ética y que es fundamental que durante
el proceso de formación académica se interanalicen valores como
son el respeto, la tolerancia y la solidaridad, pues éstos son tanto
o quizás más significativos que los conocimientos.
2. Ética de la Investigación
Reflexionar sobre el sentido que tiene la tesis de licenciatura,
de maestría o de doctorado es reflexionar sobre la investigación.
La investigación tiene por objeto primario la búsqueda de la verdad
y, en segundo lugar, como actividad humana, le corresponde una dimensión
ética. Por esta razón hemos incorporado en este ensayo este capítulo
que permite guiar el interés en esta responsabilidad social.
Valor de la verdad
La inteligencia no puede dejar de conocer, está orientada naturalmente
hacia la verdad; en contraste, la pereza se acomoda con la ignorancia
o ausencia de conocimientos. Ante estas dos situaciones, el académico
comprometido resuelve orientarse hacia el estudio exigente, hecho
de sabia crítica y de tenacidad, que nos aleja de la inercia.
La ciencia, que es la expresión más acabada del conocimiento, tiene
su valor propio y se impone independientemente de la utilidad y
de la utilización del conocimiento adquirido. Hoy por hoy este pensamiento
crea dudas o interrogantes; la ciencia, para muchos, es solamente
la fuerza alimentadora de las aplicaciones. Hemos perdido el sentido
del desarrollo de la inteligencia como objetivo válido en sí, sin
otra justificación. Una filosofía teórica y una práctica social
impuesta por la modernidad pretenden que el hombre se convierta
en dueño y soberano de todo lo que existe. La orientación pragmática
(es decir la búsqueda de resultados tangibles técnicos u organizacionales)
se impone como único valor. Los problemas insolubles o aparentemente
sin interés en este marco son desechados y lanzados hacia la nada.
Nos preguntamos, por ejemplo, ¿qué lugar ocupa el proyecto humano
en la investigación o en el trabajo de tesis? La investigación debe
colocar al hombre, con sus sueños y sus proyectos, en el mundo y
en la sociedad.
La búsqueda de la verdad es una actitud recta, es una virtud anexa
a la justicia, es una virtud social. La verdad no es un compromiso
consigo mismo solamente, sino que es la comunidad humana la que
tiene derecho estricto a que no se falsifique el conocimiento. El
egoísmo es el obstáculo mayor de la vida moral; en este caso, ante
la búsqueda y la difusión de la verdad. La tesis con la que concluimos
un ciclo de estudio no es un asunto meramente individual. Al ser
fruto de una investigación, entra en la categoría de respuesta a
la demanda humana, individual y social, de conocimientos.
La ciencia no es por esencia orgullo, sino la respuesta a la necesidad
humana de inteligencia y de comprensión. Nuestra necesidad y nuestro
problema crucial, en este fin de siglo, es volver a encontrar la
inclinación natural de la razón a la verdad. El trabajo de tesis,
más allá de la aplicación práctica, tiene por finalidad la demostración
del amor al conocimiento que proporcionará a su autor una visión
del universo, una comprensión de la verdad científica y un sentido
de la objetividad.
Las aplicaciones técnicas también justifican sus búsquedas pero
la ciencia pura conduce el progreso de la humanidad porque ilumina
el pensamiento. En efecto, la ciencia tiene por función mostrar
las significaciones y dar un nombre a cada cosa para distinguirlas
de todas las demás. Una ciencia de hechos hace hombres de hechos,
sin principios, sin razón, sin necesidad. Una ciencia de hechos
no tiene nada que decir a los hombres sobre lo que es más importante
para ellos, porque excluye tales preguntas.
La relación con la verdad es fundamental en una consideración ética
de la investigación y, en general, del estudio. En efecto, el ser
sólo es conocido por el espíritu humano en la verdad y ningún valor
moral podrá resplandecer si no es en la verdad. La comunicación
de los espíritus es palabra y la palabra auténtica, aquella que
pretende unir, debe comunicar la verdad. Por esta razón, buscar
y emitir un juicio acerca de la verdad es una responsabilidad social:
debemos dar testimonio de la verdad ante los otros seres humanos;
es decir trabajar para su reconocimiento y para su difusión así
como para fundamentarla en la confianza y la fidelidad.
La ciencia, que hoy tiene mucho poder sobre las mentes y muchos
derechos, será regulada desde otro nivel: la sabiduría debe adelantarse
a la ciencia. En otros términos, aprendemos que el hombre tiene
mayor jerarquía que la naturaleza que le rodea aun cuando pertenezca
a ella. Es su ambivalencia: está en ella y no es ella propiamente.
El espíritu prevalece sobre la materia. Al aproximarnos a la muerte
de la especie humana, hemos descubierto que el saber no basta. Más
allá de las leyes materiales que maneja la ciencia, están la razón,
los valores morales y la naturaleza.
Traducido en la acción, este axioma reza: antes que conocer el mundo,
el científico conocerá al hombre y sus obras. Se conocerá a sí mismo,
lo que no significa necesariamente la penetración en lo hondo de
la conciencia de carácter psicoanalítico, sino la atención inmediata
a lo que, simplemente, se ha logrado y hacia lo que ha fracasado
durante los últimos días o las últimas semanas de nuestra vida.
Conocerse y aceptarse es haber buscado las propias potencialidades
y aceptar las propias limitaciones; es conocer el grado de atención
de que somos capaces, nuestra capacidad de abstracción, nuestros
requerimientos físicos y psíquicos de descanso. Muchos preguntan
y se preguntan qué deben hacer. Encontrarán la respuesta cuando
empiecen a mirar hacia dentro de sí mismos.
Para que la técnica no deshumanice es preciso que las ciencias del
objeto se subordinen al sujeto. Esta subordinación permitirá al
científico salvarse de la coacción que le impone la tecnocracia.
«Yo soy humano y nada de lo que es humano me es extraño». Para la
sociedad, existe una responsabilidad grave en decidir cuáles son
los problemas más importantes o más interesantes y orientar así
la investigación. No son muchos los que pueden intervenir, porque
el talento científico no es muy común.
Ninguna verdad permanece en un ámbito puramente teórico o impersonal
porque toda verdad por parcial que sea tiende hacia la comunicación
y nutre la comunicación. La verdad tiene esta característica de
tender hacia la irradiación. La verdad no puede encarcelarse. Por
esta razón la investigación científica, en el sentido estricto o
para defender una tesis profesional, académica o de grado, es un
eslabón en la construcción humana. Conocer una verdad científica,
social o filosófica implica la necesidad de afirmarla y, en este
intercambio, la verdad es confirmada por los que la reciben. La
divulgación de la verdad permite el diálogo, la verdad crea la reciprocidad
y favorece la comunicación de las personas entre sí.
Amor del bien y de la justicia
El privilegio de que gozan los intelectuales en su búsqueda de la
verdad implica un compromiso de respuesta: devolver a la comunidad
los bienes intelectuales que hemos adquirido. La fuerza moral más
alta no se encuentra en el esfuerzo de perfección personal, sea
ésta moral o intelectual, sino en un servicio desinteresado al bien
común. La naturaleza esencialmente social del ser humano es la base
de este principio. Los científicos en muchos casos se han hecho
cómplices de un mundo injusto. Por eso afirmamos que la ciencia
es moralmente ambigua.
La justicia es una actitud vital si la consideramos como relación
con el otro y como valor interior. La justicia es la fuerza que
nos permite aspirar al valor porque permite juzgar adecuadamente.
La justicia hace presente, apoyándose en ellos, el juicio recto
y se realiza en la prudencia que aleja las motivaciones arbitrarias.
La prudencia nos da la capacidad de entender las situaciones variables
y descubrir lo que debe hacerse.
Entendemos la justicia como esta virtud moral que nos hace respetar
al otro para asegurar entre él y nosotros las relaciones necesarias
para la convivencia. Este otro tiene derecho a la verdad, objetivo
de las investigaciones.
La honradez
El sentido del honor que sostiene la virtud de la honradez está
constituido por el respeto que se merece la persona. Se manifiesta
en una actitud general, en la manera de discurrir y en los testimonios
externos de las personas honradas.
El respeto de sí mismo y el respeto del otro están en el origen
de esta cualidad. Es no comportarse como esclavo, es saber utilizar
con humildad y sano orgullo las propias facultades, es aceptar con
modestia los límites de nuestras capacidades y de nuestros méritos;
aceptar sus límites es dar forma lo que es una condición de la plenitud.
Los educadores, los investigadores, los que difunden la verdad tienen
una obligación mayor de guardar intacto su honor personal porque,
además del valor intrínseco mencionado, su alcance social depende
de esta reputación.
Este honor, para el intelectual y para el estudiante ante el trabajo
de tesis, se construye en las prácticas honestas de la investigación:
el respeto de las fuentes consultadas, la verdadera justificación
de las afirmaciones, la asunción de la propia responsabilidad en
las argumentaciones aportadas, la aceptación de los propios límites,
ante la tentación de mandar hacer el trabajo por algún subalterno.
La honradez es también la fuerza para sostener los valores y no
pervertirlos. Optar por los valores que se aman, es decir por aquellos
en los que nos hemos acomodado y que son a veces los menores en
una escala objetiva, no permite confrontar los propios valores a
los que se han descubierto. Dejarse juzgar por ellos es el principio
de la transformación interior que el estudio universitario pretende
alcanzar como meta final de la educación. Alejarse de sí mismo en
la diversión y la inautenticidad, rehusar el enfrentamiento con
la propia conciencia, es otro modo de faltar a la honradez que demanda
la investigación. Lo que importa es mantener distancia y no enajenarse
por el trabajo y hacer que este trabajo sirva para construirse como
persona. Buscar la verdad, decir lo que se cree saber, expresarse
con sinceridad, ir a lo hondo y a lo auténtico.
La libertad de opinión no nos exime de la obligación de responder
ante la comunidad.
Respeto por la obra que se va a realizar
Al buscar la verdad, el objeto de estudio adquiere un valor que
estamos llamados a cuidar. La investigación se transforma así en
una tarea que se respetará por su valor intrínseco. No es un juego,
ni un mariposeo. Es una responsabilidad personal y social que implica
para el estudioso el respeto hacia esta presencia activa en la transformación
del hombre, de la sociedad y del mundo. Las actividades que se den
en el estudio serán cuidadosamente determinadas de acuerdo a nuestras
posibilidades y las metas fijadas serán atendidas con el respeto
que se merece la sociedad a la que están dirigidas.
Esta atención hacia el objeto de nuestra tarea investigativa corresponde
a un amor de la obra bien realizada, no en función del objetivo
inmediatista del cumplimiento meramente formal del compromiso administrativo,
sino en razón de la importancia del trabajo académico. No sólo porque
se leerá, sino porque toda tarea de esta magnitud merece el cuidado
que la búsqueda de la verdad implica.
No toleramos que la actividad y el descanso se den a medias. Nos
damos enteramente o descansamos enteramente. El intelectual no se
contenta con proyectos vagos, sino que los atiende con precisión.
La calidad de la presentación de la obra es la manifestación de
este amor al estudio. El texto es perfectamente limpio, no hay en
él falta de puntuación, ni de acentuación.
El valor de un espíritu no reposa en su ciencia, sino en la posesión
de hábitos vivos que le permiten adaptar su saber y sus principios
a la singularidad de los casos siempre nuevos con los que se enfrenta.
Respeto hacia los demás y cooperación
La investigación que conduce a la tesis es un trabajo individual
habitualmente; sin embargo, ninguna actividad humana es absolutamente
aislada de la actividad y de la presencia de los demás. Esta relación
permanente entre los humanos nos obliga a considerar al otro en
nuestro proyecto.
Esta consideración se dirige primeramente hacia atrás en el tiempo:
los científicos y los académicos que nos precedieron nos han dejado
el fruto de su labor. Una primera actitud respetuosa es descubrir
este capital y valorarlo; es saber criticarlo también para que avance
la ciencia. Este mismo respeto implica la consideración a la autoría
de los descubrimientos y de las argumentaciones que nos ha dejado
el pasado.
El respeto a los demás se orienta también hacia nuestros coterráneos.
Otros estudiantes, otros investigadores, otros científicos están
dedicados a tareas similares a las nuestras, en algunos casos, el
mismo objeto de estudio y la misma metodología se dan simultáneamente.
Esta situación puede crear dificultades cuando tomemos conciencia
de este hecho. Robar los avances ajenos, defender una prioridad
temporal injustificada, impedir el trabajo del otro son prácticas
que nos alejan de una auténtica búsqueda de la verdad y de una actividad
humana al servicio de la comunidad.
Más allá de estas luchas destructoras del esfuerzo humano por alcanzar
niveles más elevados de desarrollo, está la demanda de cooperación.
El estudiante en el proceso de investigación se encontrará muchas
veces ante obstáculos humanos y administrativos. El asesor de tesis
no dispone del tiempo suficiente, los procesos administrativos son
lentos por sobrecarga, no siempre por razones burocráticas. La cooperación
con las personas y con la institución es demostrativa de una voluntad
de ingresar a esta comunidad científica a la que se quiere pertenecer.
Finalmente están los compañeros de estudio. El egoísmo nos encoge,
la generosidad nos abre. Saber compartir una información, saber
indicar caminos para encontrarla, saber debatir con respeto son
actitudes propias de la vida común académica. Esta postura ética
es correlacionada con la obligación del cuidado de los bienes intelectuales
adquiridos. La cooperación se desarrolla desde las dos partes involucradas
en el proceso.
La ética que sostiene el trabajo de tesis es garante de una actividad
intelectual seria. El ser humano es un todo y no es posible separar
de las demás una faceta de su quehacer. La calidad académica es
concomitante de la calidad ética. El hombre es falible, por lo que
no podemos valorar solamente los resultados obtenidos que pueden
ser equivocados o negativos. La atención y la corrección continua
son responsabilidad del que busca la verdad como meta de su quehacer
académico. La ética no es un añadido que podemos obviar; es constitutiva
de la vida intelectual.
Es importante reconocer que la fortaleza de los valores universitarios
son pilares fundamentales para que el quehacer y razón de ser de
la universidad trascienda su estado actual hacia formas superiores
de justicia y equidad.
3. Requisitos Académicos Institucionales
El tema de los requisitos académicos comprende fundamentalmente
dos partes: la institucional y la personal.
A la institucional le corresponde organizar su propia infraestructura,
es decir, edificios, espacios, bibliotecas, laboratorios, computadoras,
planes de estudio y administración. Sin embargo, su función no se
agota ahí. A ella le compete fundamentalmente aportar los elementos
necesarios para el desarrollo de la formación académica que es de
lo que nos ocuparemos en especial en este apartado.
Si tomamos en consideración que la vida universitaria es ante todo
un camino académico que culmina, en su primera etapa, con la tesis
de licenciatura, que es una práctica de investigación, entonces
es a la universidad a quien le corresponde proporcionar los medios
adecuados para que este proceso llegue a su culminación.
La reglamentación
El proceso para la realización de una tesis se encuentra normado
institucionalmente en un reglamento o manual de titulación. En este
documento se precisan y explicitan los modos y caminos para obtener
un título, aspectos de tiempo, espacio, actividades y relaciones
entre los sujetos que intervienen a lo largo del proceso de titulación.
En este sentido es importante mencionar que este reglamento tiene
una función doble. Por una parte, es un marco legal y, por otra,
es, implícitamente, un marco ético. Para el segundo caso, el reglamento
es el lugar donde se objetivan los valores generales que guían el
quehacer y la vida de la Universidad.
Aquí aparece un problema, considerando las dos funciones antes mencionadas:
¿cómo hacer para que dicho reglamento, sea un instrumento que preserve
y mantenga los valores universitarios a la vez que regule en forma
eficiente el proceso de titulación?
Es por ello que la ética constituye una parte fundamental, pues
es desde los valores universitarios donde se establecen los parámetros
que guiarán los mecanismos administrativos y académicos necesarios
para la elaboración de la tesis.
Los valores universitarios se orientan hacia la definición de la
misión y sentido de la Universidad: su ser y deber ser. Los cuales,
encauzan la conducta de los diversos actores universitarios.
Este reglamento debe tener como base dos valores universitarios
principales: la búsqueda y propagación de la verdad, haciendo de
la institución el ejecutor imparcial de las reglas que guíen el
proceso en su totalidad. Y, el servicio a la sociedad como una de
sus funciones esenciales pues el interés que guía la investigación
en la elaboración de una tesis debe proporcionar soluciones a problemas
particulares desde un marco teórico determinado y brindar alguna
aportación científica (característica fundamental del doctorado),
que contribuya al desarrollo y bienestar de la sociedad.
Si bien es cierto que el tiempo que necesita un alumno para la realización
de la tesis depende del grado de avance que presente el trabajo,
no se puede negar que la lectura y análisis que realiza el asesor
también requiere de un período específico, determinando que condiciona
el proceso de titulación. Por tal motivo, es necesario que en el
reglamento se establezcan períodos de tiempo para la revisión y
entrega de observaciones por parte del personal académico (lo que
favorecerá la realización y culminación del trabajo de investigación).
Esto no significa que la universidad esté atentando contra la libertad
del catedrático, sino la determinación de un período máximo de tiempo
para que el catedrático emita su opinión sobre algún escrito, lo
que hace del proceso una actividad académica universitaria imparcial
y clara para todos los trabajos presentados por los tesistas.
Libertad de investigación y expresión
La universidad debe cuidar y fomentar la tolerancia al desacuerdo
y diversidad de ideas y opiniones, al reconocer que el asesor y
los revisores tienen la capacidad intelectual de distinguir la calidad
de un argumento en una disciplina, ya que existe una diferencia
clara entre el contenido de una disciplina y sus niveles de juicio
sobre ella. Las observaciones que se hacen a un trabajo de tesis
se basan, únicamente, en lo que compete a la disciplina y no en
la opinión que se tenga de ella, es decir, dejando fuera las predisposiciones
y los prejuicios personales.
Esto no significa que la misma universidad sea la que coarte la
libertad de investigación o establezca una ideología oficial; por
el contrario, a ella le compete defender y promover la libertad
para disentir sobre cualquier argumento, tomando como único límite,
la incansable búsqueda y propagación de la verdad.
La formación del alumno universitario, por tanto, debe cultivar
valores y conductas inherentes a la libertad, entre las cuales están
la integración, la originalidad y la capacidad crítica. La primera
entendida como la forma en que los diferentes tipos de entendimiento
penetran en las esferas del conocimiento, es decir, los diferentes
modos de organizar la experiencia, pero no de manera parcial y aislada,
sino a través de una integración entre ellos. Es la capacidad de
una persona de ver lo que está haciendo o lo que está ocurriendo
en el entorno desde diferentes perspectivas.
La segunda, la originalidad entendida como la capacidad de productividad
creativa y auténtica que lo conduce a no imitar a otros o conformarse
con los roles sociales preestablecidos, esto implica que cada persona
debe encontrar su propio camino en relación a su experiencia y descubrimientos,
es decir, aprender a ser ella misma.
En relación con la crítica, ésta es una actitud que consiste en
rechazar o aceptar lo que se oye en función de la razón, lo importante
entonces es el incentivar la capacidad de razonamiento crítico-argumentativo.
Concluyamos diciendo que la emisión de un título por parte de la
universidad es considerado como la consecuencia natural y el evento
final que conlleva una carrera en los niveles de licenciatura, maestría
y doctorado.
4. Requisitos Académicos Personales.
En esta parte nos referiremos a los requisitos subjetivos
del sustentante de la tesis. Se trata de los aspectos personales.
Madurez intelectual.
Dentro del proyecto académico universitario se requiere que el estudiante
vaya alcanzando la madurez intelectual que le permita asimilar
por cuenta propia el conocimiento que se le ha propuesto. La madurez
intelectual consiste en la asimilación, apropiación y expresión
del conocimiento adquirido. A nivel universitario la preparación
ha de orientarse en vistas a la producción de un trabajo creativo.
No basta con que el estudiante retenga los conocimientos y sea capaz
de exponerlos en un examen, sino es necesario que este conocimiento
lo haga suyo y lo exprese bajo la fórmula «yo pienso que...», lugar
donde él imprime su característica personal. Es aquí donde principalmente
cobra fuerza la capacidad de investigar que se hace expresión
viva en la voluntad de saber. Por eso la formación de actitudes
y hábitos en el estudiante debe orientarse hacia la inserción en
el proceso de investigación. Si pretendemos la formación de un pensamiento
libre, plural y crítico éste no se alcanza mediante el aprendizaje
de los contenidos programáticos en la clase, sino a través de la
aventura en la búsqueda de nuevos conocimientos.
Ingresar en el ámbito universitario es resolverse a conjugar el
estudio, la investigación y la elección de un tema que nos permita
expresar el grado de madurez intelectual que hemos alcanzado en
esta área específica del conocimiento. Por eso la tesis es causa
de gran satisfacción al ver plasmado en ella el producto de nuestros
años de formación. Por tal motivo, no hay razón para hacer una tesis
que no sea expresión de nuestra propia capacidad reflexiva. Ella
lleva impresa nuestra huella personal.
Creatividad.
Si la tesis consiste en la expresión de una idea propia (creatividad)
adquirida y madurada a través del proceso de la reflexión e indagación,
hemos de evitar que este quehacer propio del universitario, en su
sentido riguroso, se convierta en una simple compilación de ideas
de otros autores sin alguna aportación personal. En este sentido
podemos entender que el trabajo de tesis es fruto de un procedimiento
formal de investigación. Hemos de resaltar, por lo tanto, que se
trata de un ejercicio originario de quien se atreve a exponer su
propio pensamiento.
Esta forma de concebir la investigación de ninguna manera olvida
o anula los conocimientos anteriores, pues a partir de ellos se
es capaz de proponer aspectos distintos y novedosos. Así, este trabajo
de tesis no sólo contribuye al desarrollo y avance de la ciencia,
sino que además se enriquece por la visión personal y cultural del
investigador. Es dentro de esta perspectiva que nuestra máxima casa
de estudios se convierte en aval del conocimiento expuesto en el
trabajo de investigación. La tesis es así un trabajo donde el sustentante
va adquiriendo y mostrando su propia madurez en la investigación
científica. Cabe aquí mencionar, que existe una gran diferencia
entre la tesis de licenciatura, de maestría y de doctorado como
fruto de la investigación.
Precisamente, hemos de comprender que el medio que la universidad
nos ofrece para demostrar públicamente, tanto a la comunidad universitaria
como a la sociedad, nuestra capacidad de investigación es la opción
terminal, en donde se conjuntan nuestra capacidad reflexiva, de
lectura, escritura y expresión. En estos términos, el trabajo de
tesis cobra una significación absolutamente distinta de las consideraciones
que de ella se hacen cuando se convierte en un requisito puramente
administrativo. En ella cada sustentante manifiesta su propia formación
académica.
Nuestra opción consciente por la vida universitaria nos impele a
pensar en nuestras capacidades, aptitudes y compromisos para la
realización de nuestro proyecto académico. A sabiendas de que la
universidad es esencialmente una comunidad académica, no se justifica
el propiciar un espíritu de sobrevivencia o de adaptación al espacio
físico, reglamentario o formal de la «vida universitaria», ni siquiera
el cumplimiento satisfactorio de los «requisitos formales académicos»,
sino se pretende despertar y promover la imaginación creadora
que se proyecte en busca de nuevos conocimientos.
Hablar de requisitos personales que distinguen al estudiante universitario
nos exige resaltar el término de académicos para no confundirlos
con las habilidades prácticas, manuales o técnicas de las que se
ocupan otras instituciones orientadas a este tipo de formación.
Sin embargo, en nuestro contexto, no podemos descartar que la universidad
también tiene que formar buenos profesionales, sin que por ello
su labor se agote ahí, sino que su signo distintivo ha de ser la
formación académica.
Procedimiento metódico.
Aunado a la capacidad de investigar se encuentra la de organizar
metódicamente los conocimientos que, tomados como requisitos
personales, favorecen la culminación de este trabajo. La elección
del tema debe corresponder a los intereses fundamentales del tesista,
de modo que se sienta realmente comprometido con su trabajo. La
determinación específica del tema debe estar orientado a la originalidad
y aportación para su área del conocimiento, evitando la pura repetición.
La asequibilidad a las fuentes de información dependerá de que éstas
estén al alcance de la capacidad intelectual y cultural del tesista,
lo que le facilitará la organización de su material. En fin, el
requisito fundamental es que solamente se aventure a hacer una tesis
quien tenga capacidad para hacerla, es decir, capacidad para investigar
y organizar metódicamente los conocimientos. El trabajo de tesis
es un tema de investigación fundamentado sobre una documentación
(sea teórica o de campo). Por ello surge aquí la necesidad de que
los programas incluyan la investigación de manera formal desde el
inicio de la carrera. Mediante la lectura, comentarios, críticas
y análisis de textos los estudiantes tendrán desde los primeros
semestres la oportunidad de elaborar ensayos breves que les ejerciten
en esta tarea de investigación.
Capacidad teorética.
Otro de los aspectos importantes dentro de los requisitos académicos
personales es la capacidad teorética. El estudiante universitario
ha de tener la capacidad para elaborar un trabajo rigurosamente
teórico que le permita, por lo tanto, relacionar su tema con otros
aspectos del conocimiento (diversidad de los objetos), con el contexto
social en el que vive o al que hace referencia y lanzar prospectivas
prácticas (de aplicación concreta, si su trabajo así se lo exige
o se lo permite). La investigación no ha de estar desconectada del
contexto social que es lo que sostiene el interés del estudiante
en su desarrollo y el deseo de su conclusión.
Umberto Eco, al hablar del trabajo de tesis, dirigiéndose a todos
los estudiantes universitarios que se han decidido por la vida universitaria
les hace algunas exhortaciones para que consideren que ellos siempre
tienen la posibilidad de hacer una tesis digna, aun encontrándose
en las situaciones más difíciles, por lo que es urgente recuperar
el sentido positivo de la tesis, que no consiste ciertamente en
una «cosecha de nociones», sino ha de ser una «elaboración crítica»
propia de su formación académica, de tal modo que en el futuro esto
les permita descubrir, afrontar y tratar los problemas que se les
presenten de un modo sistemático y metódico.
En algunos casos se discute si a nivel de licenciatura es válida
o suficiente una tesis de compilación, por lo cual es conveniente
aclarar que no se trata simplemente de una mera recolección y ordenamiento
de información leída, pues aun la llamada tesis de compilación debe
ir acompañada de una revisión crítica de la literatura existente
y ordenarla de tal forma que proporcione una visión completa sobre
el tema o campo de especialización. Ello nos hace pensar que en
el trabajo de investigación (tesis), del grado que sea, no se puede
omitir nuestra actitud crítica y argumentación ordenada. El saber
pensar con rigurosidad nos conduce al desarrollo de un trabajo intelectual
sistemático y consistentemente argumentado.
Lectura crítica.
El trabajo de tesis ha de ir respaldado por una lectura asidua.
Se requiere, por tanto, de lectores que gusten y tengan el hábito
de la lectura. No es suficiente con leer, es preciso aprender a
leer con espíritu analítico y crítico, por eso tenemos que saber
qué leer y cómo leer. De esta manera seremos capaces de plasmar
nuestro propio pensamiento.
Para la guía de la lectura existen dos principios rectores, dependientes
cada uno de su propio objetivo, ellos son: para una lectura informativa
non multum sed multa; para una lectura formativa non multa sed multum.
El primero nos ofrece un panorama general (necesario) acerca del
tema que pretendemos investigar. En él se contempla el ambiente
histórico, social, político, económico y sobre todo el ambiente
ideológico (literario, religioso, artístico) que generalmente es
acompañado de una lectura rápida, de captación de ideas globales
y de las partes más relevantes. El segundo nos introduce en la problemática
fundamental de nuestra investigación. Como se podrá observar este
segundo aspecto es más importante para la elaboración de nuestra
tesis. La lectura aquí será pausada, de modo que nos permita comprender,
analizar, criticar, interpretar y aplicar estos conocimientos. Esta
lectura agudiza nuestra inteligencia e inmediatamente nos remite
a preguntas tales como ¿qué significa tal concepto? ¿qué pretende
decir el autor en este texto? ¿qué es lo que persigue o cuál es
su objetivo? y como éstas otras preguntas más, que nos capacitan
para adoptar una actitud crítica frente a lo que leemos. Por eso
los textos densos nos exigen este tipo de lectura a la vez que estimulan
nuestra inteligencia a una mayor reflexión. Una mala lectura o una
lectura precipitada no asegura la buena «calidad» de un trabajo,
antes bien dejará ver sus limitaciones.
Por ello, para la elaboración de un trabajo de tesis se requiere
que el estudiante, de la lectura que hace, sepa tomar los datos
relevantes para su investigación. Hay que tomar en cuenta que este
aprendizaje no se logra de un día para otro, sino que es producto
de todo el proceso de su formación. Por eso, para adquirir esta
habilidad y capacidad se le pide que durante toda la carrera haga
ensayos de síntesis, comentarios y críticas de los temas o autores
leídos. De esta forma vamos aprendiendo a explorar los conocimientos.
Hablar de datos relevantes es referirse a ideas centrales, sustanciales
o, también, a críticas acusiantes. Por eso todo este trabajo de
tesis debe ir acompañado por un asesor que anime, oriente y/o corrija
las desviaciones del tema.
Escritura.
Todos sabemos del problema que hemos de afrontar cuando tenemos
que escribir una tesis. También estamos conscientes de la
necesidad de escribir correctamente lo que queremos decir. Sin embargo,
esta habilidad no se obtiene sino a través del ejercicio constante.
Por eso debemos ejercitarnos durante toda nuestra formación académica
escribiendo, redactando y corrigiendo cada uno de los ensayos que
tenemos la oportunidad de elaborar.
Unido a las habilidades anteriores se requiere también saber elegir
la bibliografía adecuada para el desarrollo completo del tema
que se ha decidido investigar. El saber seleccionar la bibliografía
apropiada sólo es posible si tenemos familiaridad con las bibliotecas
y hemerotecas que es donde se encuentra el material atinente para
la investigación, y nos evita la pérdida inútil de tiempo. Para
lo cual se recomienda leer el artículo o el autor más reciente respecto
al tema que estamos investigando.
5. Modalidades de la Tesis y de Grados Académicos
La tesis de cada nivel requiere de un trabajo de investigación,
aunque la calidad de ésta varíe de acuerdo con el grado a obtener.
Una tesis, ni siquiera de licenciatura, es una mera recopilación
de datos. Hace falta una reflexión y un juicio de acuerdo con ciertos
criterios, que se vinculan con la academia y, posiblemente, con
el ejercicio profesional también. Esto es lo que distingue una tesis
de grado de un mero ejercicio técnico.
Si bien es cierto que, en la gran mayoría de los casos, los tres
grados académicos en nuestra universidad requieren de una tesis
para que se otorgue el título, no debemos pensar que la tesis sea
precisamente la misma en cada caso. Las cualidades del trabajo tienen
que ser distintas.
Sin embargo, no pretendemos encontrar una precisión acerca de las
cualidades que distinguen las tesis en sus diferentes grados. Queremos
mostrar esta diferencia.
Parece ser un lugar común en nuestro mundo universitario que la
licenciatura sirve para el ejercicio de alguna profesión, la maestría
para la docencia y el doctorado para la investigación. Este dicho
se encuentra repetido comunmente, pero juzgamos que esta distinción
no es la adecuada.
En primer lugar, la licenciatura no conduce siempre al ejercicio
profesional. Podemos pensar en licenciaturas que no tienen ninguna
vinculación directa con una profesión - como sería el caso de la
Filosofía, por ejemplo - y otras (como la Planeación) donde la mayoría
de quienes ejercen su actividad estudió una carrera diferente. También
se ven muchos casos donde el ejercicio profesional se desvincula
de los estudios o sea que un profesional estudia una disciplina
y ejerce otra.
La universidad tiene la doble función de proporcionar una formación
tanto académica como profesional. Como esta segunda función no se
contempla en todas las universidades del mundo, tenemos que descartar
este segundo aspecto de nuestra definición básica de lo que significa
una licenciatura. La orientación profesional no puede ser la característica
fundamental de una licenciatura.
Inferimos de todo esto que los estudios de licenciatura tienen su
propia justificación, en términos académicos, sin acudir a explicaciones
necesariamente vinculadas con el ejercicio profesional. Podemos
suponer que las características académicas exigidas ayudarán a un
mejor desempeño profesional, pero responden a criterios académicos
más que a los profesionales.
Lo mismo detectamos en la supuesta vinculación directa de los estudios
de maestría con la práctica docente. La gran mayoría de los estudiantes
de este nivel no ejercen la docencia, ni aspiran a dedicarse a ella.
Al mismo tiempo, un gran número de los profesores de licenciatura
ostentan solamente el título de licenciatura; pero esto no implica
inherentemente que no sean buenos profesores para enseñar en ese
nivel de estudios.
Estas reflexiones nos conducen a la idea de que no es la posesión
de una maestría en sí la que acredita a alguien para desempeñarse
como profesor de licenciatura, sino las cualidades que ésta representa
(aspecto que retomamos abajo).
Finalmente, la vinculación exclusiva del doctorado con la realización
de trabajos de investigación también se reduce a un mito. Si la
aceptamos, tenemos que pensar que nadie que no cuente con un título
es capaz de llevar a cabo una investigación; que los profesores
universitarios que tengan solamente una maestría o una licenciatura
no son capaces de investigar, y mucho menos sus alumnos.
Esta postura es claramente indefendible, porque cada uno es capaz
de llevar a cabo una investigación - de acuerdo con sus propias
habilidades y reconociendo sus propias limitaciones. Es una parte
importante de nuestro argumento acerca del sentido de una universidad
y sobre todo reflexionando acerca de la idea de una carrera académica
- que la forma de pensar y la forma de trabajar dentro de un espacio
universitario reciben influjo desde los grados académicos más elevados,
en todos los niveles, hasta entre los estudiantes de preparatoria.
Si uno no acepta esta postura nuestra, implica la negación del valor
de todos los trabajos de investigación que realicen personas con
grados menores; y aunque a veces nosotros criticamos sus productos,
no queremos negar que contengan algo de bueno.
Consideramos que lo que nos hace falta es otro modelo para explicar
el sentido que tienen los diferentes grados académicos, por lo cual
ofrecemos el siguiente heurístico.
En los estudios de licenciatura no es cuestión de ir a encontrar
una sola respuesta para una duda, sino de encontrar varias. Entonces
las habilidades a desarrollar en el estudiante tienen que incluir
la consideración de las varias respuestas posibles, su contextualización
dentro de sus estudios, una reflexión sobre todas las posibilidades
y un juicio final sobre cuál le parece ser la respuesta más apropiada
para la situación (con sus explicaciones, por supuesto).
La formación académica de licenciatura se parece al ejercicio profesional,
en el sentido de que en ambos casos se ve la necesidad de justificar
las conclusiones y recomendaciones a las cuales se llega, después
de haber contemplado todos los datos relevantes y de haber tomado
una decisión sobre la solución más adecuada para el caso específico.
Si vinculamos con esto la realización de la tesis de licenciatura,
ésta se caracteriza por considerar algún problema vinculado con
alguna materia dentro del plan de estudios; se examina de manera
teórica (que definimos como lo expresado en la literatura sobre
el mismo) y posiblemente de manera empírica, para llegar a algunas
explicaciones. Después de esta etapa, es cuestión de que el tesista
emplee su juicio, su experiencia y sus conocimientos (adquiridos
durante su carrera) para seleccionar la explicación más convincente.
Cuando contemplamos los estudios de maestría, es evidente que hace
falta otra característica más que justifique este grado avanzado.
Por un lado, este nivel académico representa una reflexión profunda
acerca de un conjunto de conocimientos más reducido. Creemos que
tiene que entenderse en términos de un cuestionamiento riguroso
acerca de algunos fenómenos y sus explicaciones teóricas; lo cual
nos conduce al planteamiento de que la característica de una maestría
es la habilidad de formular preguntas y cuestionar supuestos.
Esto no implica que se olvide de la conveniencia de encontrar las
respuestas también, pero para nosotros lo principal es el cuestionamiento,
sobre todo de los conocimientos y teorías establecidos.
Por lo tanto, una tesis de maestría se caracteriza, según nuestro
modelo, por una reflexión más profunda acerca del sentido que debe
darse a alguna temática. Esto se hace a través de una problematización
en términos abstractos - o sea un cuestionamiento de los aspectos
del problema y lo que significan.
El doctorado se define muchas veces como un grado que se fundamenta
en la investigación y que llega hasta la frontera de los conocimientos.
Si se acepta nuestra caracterización de lo que representa una maestría,
lo primero que tiene que hacer un doctorando es cuestionar estos
conocimientos, ubíquense en la misma frontera o no. La cuestión
entonces se convierte en la manera en que él puede hacer esto, que
vaya más allá de lo que hemos planteado como la característica principal
de la maestría.
Creemos que la característica esencial es la reflexión abstracta.
Por supuesto esto se ubica dentro de alguna teoría (sea consolidada,
sea en proceso de formación); y también puede contar, en muchos
casos según el campo disciplinario, con datos empíricos, que hasta
pueden ser novedosos. Pero consideramos que es en el manejo de los
conceptos - en su precisión y redefinición - que uno puede llegar
a explicar el mundo (o una pequeña parte de él) de una manera novedosa
y con esto crear algunos conocimientos nuevos. Proponemos que, en
este nivel, no es suficiente el aportar nuevos datos, porque esto
es bastante difícil y hasta imposible en algunas disciplinas. Lo
importante es la manera de entenderlos y esto implica la creación
de nueva teoría.
Una tesis doctoral se caracteriza, entonces, por el juego que se
ve entre las teorías, los datos empíricos y especialmente los conceptos
que se manejan. La problemática a estudiar se desglosa constantemente
de varias maneras, hasta que se llegue a una resolución satisfactoria.
Y esta solución a fuerzas tiene que ser novedosa. No es suficiente,
en este nivel, solamente aportar nuevos datos o establecer nuevos
«conocimientos» si ellos carecen de algunas explicaciones teóricas.
Con esta esquematización de las características de una tesis en
sus diferentes niveles, no queremos descartar la posibilidad de
que una tesis de un grado permita ver algo de lo que hemos planteado
para caracterizar el grado superior. Todo lo contrario; si una tesis
de licenciatura contiene elementos de reflexión y problematización,
debe ser bien recibida. Las características que hemos planteado
son las mínimas.
6. Ética Institucional y Responsabilidad Social
La universidad se proyecta en la calidad de su producción. Una de
ellas es la tesis que los estudiantes realizan como parte de su
formación académica o profesional. Este trabajo es entregado a la
sociedad como demostración de la capacidad adquirida durante su
estancia universitaria. La universidad avala así, al otorgar el
grado o el título, la competencia del egresado para que la sociedad
lo reciba con confianza.
Para lograr tal objetivo es necesario colocar adecuadamente la tesis
en el conjunto de las actividades académicas. Existe una relación
directa entre la calidad de la tesis y la calidad de los estudios
anteriores, por lo que la acción académica consistirá en elevar
el nivel de tales estudios más bien que la de disminuir las exigencias
institucionales para la tesis.
La tesis forma parte, y es una parte muy significativa, del desarrollo
académico de un estudiante. Es el momento, tal vez sea el único,
en el que tiene que reflexionar acerca de algunos problemas y tomar
sus propias decisiones. Ahí reside la vinculación entre la formación
académica y el ejercicio profesional: la autonomía de pensamiento.
Además es el mecanismo que comprueba ante la sociedad que el egresado
es capaz de reflexionar acerca de alguna problemática, de argumentar
sus decisiones y expresar ideas por escrito de manera lógica y coherente.
En el contexto de una universidad en la que también está la dimensión
de la formación profesional, debemos entender la tesis como la última
etapa de una educación formal que acredite al estudiante como universitario
académico y a la propia institución como universidad auténtica.
Más aún, en la actualidad se dan casos de instituciones donde se
imparten los estudios avanzados en las que los académicos exigen
a los candidatos presentar su tesis profesional para ser analizada.
Se observará así la calidad de la tesis para detectar las habilidades
desarrolladas por los aspirantes y su capacidad de investigación.
Este cambio conducirá en el futuro a distinguir oficialmente entre
una tesis académica y una tesis de compilación para el ejercicio
profesional. Como esto es ya previsible, es conveniente que los
estudiantes actuales estén conscientes de esta distinción en el
momento de iniciar el proceso de titulación, si piensan aspirar
a los estudios avanzados.
Si este cambio se consolida, debemos reconocer que el aval de un
grado académico pasa de la institución que otorga el título a la
sociedad que utiliza los servicios de nuestros egresados. En este
sentido es previsible que una institución que ofrece estudios de
doctorado exija cierto perfil en la formación de los estudiantes
de maestría.
Conclusión
La investigación que sostiene la tesis universitaria es un factor
esencial que debe tomarse en consideración para calificar a los
universitarios.
El aprendizaje a pensar de manera ordenada y disciplinada, amén
de crítica, es la razón de ser de este proceso educativo. La universidad
no forma solamente a profesionales meramente técnicos, en el sentido
más amplio de la palabra, sino hombres y mujeres capaces de influir
sobre la vida del país. Aprender a juzgar y a criticar de manera
constructiva es un constituyente de la vida universitaria.
La tesis no es un trámite administrativo y para los universitarios
el haber concluido los estudios escolarizados no es sinónimo de
su terminación. La fase escolarizada es toda ella una preparación
remota y próxima para la realización de una investigación que demostrará
a la sociedad la capacidad crítica del egresado. Por este motivo,
consideramos que la tesis es imprescindible en la vida universitaria,
porque es la única demostración de la capacidad adquirida de actuar
creativamente sobre el medio social, técnico y científico para el
que fuimos formados.
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