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LA COMUNICACIÓN EN FAMILIA

Múltiples tareas, largas jornadas de trabajo y el acelerado ritmo de nuestra vida cotidiana limitan las posibilidades y el tiempo para compartir con la familia y establecer un verdadero diálogo con nuestros hijos.

Frecuentemente, cuando nos preguntan acerca de la comunicación que existe con nuestros hijos, fácilmente contestamos que hablamos mucho con ellos, pero si nos detenemos a analizarlo, descubrimos que la comunicación se limita a dar órdenes. Por ello, es necesario entender lo importante que es crear momentos especiales para compartir con nuestros hijos en familia.

¿Por dónde empezar?

Es fundamental trabajar de forma constante y comprometida con tres habilidades básicas:

  • Escuchar.
  • Observar.
  • Hablar.

Estas destrezas nos ayudan a tener diálogos más enriquecedores con nuestros hijos, para guiarlos a comportamientos sanos y responsables, además de fortalecer su autoestima.

Recomendaciones:

Manejar el tono de la voz. Tonos de crítica, burla, o que dan la impresión de imponer órdenes y gritos bloquean la comunicación. Por ello, un tono de voz afectuoso y amistoso forma parte del éxito en la comunicación.

No ofrecer consejos cada vez que nuestros hijos nos hablan.

Es mejor escucharlos con atención para tratar de entender sus sentimientos, y confirmar lo que quieren expresar.

  • No convertir la conversación en un regaño, usar palabras precisas, frases cortas y comentar solo lo esencial para evitar sermones que solo provocan reacciones agresivas.
  • Evitar el uso de palabras o frases que sirven para reprochar. Porque los llevan a reaccionar con coraje y a la defensiva.
  • Evitar el uso de palabras hirientes o despectivas.
  • Se debe criticar el tipo de comportamiento, no a nuestro hijo y entender que cuando felicitamos a nuestros hijos en lugar de criticarlos ellos aprenden a sentirse bien y seguros de sí mismos.
  • Cuando pedimos algo a nuestros hijos, es más conveniente referirnos a nosotros mismos, así abrimos la posibilidad de que nos escuchen porque no suena a regaño.

La familia como factor de protección contra las adicciones

Al abrir espacios de diálogo damos a nuestros hijos la oportunidad de decir lo que piensan y lo que hacen, así pueden confiar en nosotros para tratar sus dudas y temores. Esto es importante para elevar su autoestima y para que cuenten con las herramientas necesarias para hacer frente a cualquier posible situación que los ponga en riesgo ante las adicciones, y que sobre todo, sepan que cuentan con nosotros en todo momento para ayudarlos en cuanto lo necesiten.

La comunicación abierta y honesta con nuestros hijos fortalece los valores y las relaciones de nuestra familia.

Esto preparará a los jóvenes para tomar sus propias decisiones de manera asertiva y los protegeremos de situaciones de alto riesgo, como las adicciones. Para ello debemos:

  • Ayudarlos a ser firmes en sus convicciones y a tener seguridad y confianza en sí mismos.
  • Enseñarlos a respetar las opiniones de los demás y a hacer respetar las suyas.
  • Prepararlos para que aprendan a decir NO cuando les proponen cosas que van contra sus valores y creencias.

 

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